Cómo empezé a ser mamá canguro

 

Este texto lo he escrito para la Red Canguro, así me sumo a las otras madres que han participado en esta original iniciativa de la RC para contar sus inicios con los portabebés.

Esta es mi experiencia:

Al nacer mi hijo mayor, que ahora tiene 4 años, compré una

 

 

bandolera de Crianza Natural. Había leído en los foros de las ventajas de los portabebés y quise comprobar si realmente iba tan bien como decían.  Realmente la encontré muy útil, casi siempre iba con él en la bandolera y cuando tenia que tomar el carrito por cualquier cosa, la llevábamos guardada porque tarde o temprano los bebés se cansan del carrito y quieren brazos y así era mucho más fácil. Me ayudó mucho con los “cólicos”, los llantos inexplicables, o los llantos de sueño, porque era ponerlo en la bandolera y calmarse (casi siempre)  o quedarse frito.

 

 

 

 

Usamos la bandolera hasta que mi hijo mayor tuvo unos 2 años y siempre le he tenido un cariño especial porque fue una gran ayuda en la crianza de mi hijo y me abrió la puerta al mundo de los portabebés. También  compré una Ergo para ir a la espalda cuando ya era mas mayor pero no acabó de gustarle. Creo yo que es porque estaba acostumbrado a ir a la cadera y no le gustaba ir atrás porque no me veía la cara. 

Hace pocos meses nació mi hija pequeña. En los últimos días de su embarazo, pensé que estaría bien tener un pouch y se me metió en la cabeza hacer uno de punto. No tengo idea con las agujas y lo hice como si fuera una bufanda y cosiendo los dos extremos. Pensé que no sujetaría mucho, pero igual lo podría usar con la niña recién nacida. Así que cuando tenia un momento, me liaba a tejer. Recuerdo que cada 2  o 3 pasadas se me dormían las manos y tenia que dejarlo.

Lo tejí en 8 días. Y la noche que lo terminé me puse de parto. Siempre he pensado que mi hija estaba esperando a que terminara su pouch calientito para nacer.

Como nació en pleno invierno, nos vino genial ir abrigaditas y envueltas en el pouch de lana de colores durante las primeras semanas, en casa o en trayectos cortos. Después, al ir creciendo, ya lo dejamos porque empezaba a ceder con el peso.

 Esta foto me la hice justo al acabarlo, esa misma noche empezó a nacer mi hija.

 

En los últimos meses de embarazo, compré un fular Hoppediz, fue una de las pocas cosas que compré para mi hija, pues todo lo tenia prestado de su hermano. No pudo tener mejor comienzo: estrenamos el fular en su nacimiento en casa: La comadrona previó que el expulsivo seria largo y nos propuso la postura “Cabaret”: mi compañero sentado en una silla y yo a horcajadas sobre él, abrazados frente a frente. Cuando venia una contracción él tenia que abrir las piernas y así yo “caía” literalmente y con la “sacudida” mi hija se iba abriendo paso dentro de mí. Para evitar que resbalara la comadrona nos ató a mi compañero y a mí con el fular, así que  estuvo presente desde el primer momento de vida de mi hija.

 

Después ha habido y seguro que habrá mas fulares y más portabebés de todo tipo, pero la bandolera, el pouch casero de punto y el fular que ayudó a nacer a mi hija, son los que más quiero y los que serán siempre especiales para mí.

 

Núria.